Terremotos, tsunamis, accidentes nucleares, revoluciones, guerras... en medio de la convulsión del mundo, no hizo falta más para que los movimientos milenaristas hicieran sonar, como en cada época de crisis, las trompetas del apocalipsis.
El-Mejdoub: Poeta exaltado de un tiempo de crisis
Lástima que este fin del mundo se anuncie constantemente desde la primera dinastía egipcia, a finales del cuarto milenio antes de Cristo. Siempre existirá ese miedo neo-primitivo (de comer, respirar, moverse...), el resurgimiento del discurso escatológico y religioso, cuando no son los científicos quienes se entrometen con sus nuevos cálculos basados en el fin del ciclo del calendario maya...Por nuestra parte, tenemos la elección: sumergirnos en el corazón de noticias sombrías a escala planetaria o negarnos a ser socavados por la desolación para ir al encuentro de las sabidurías de antaño.
Nuestro viaje y estado de ánimo nos llevan naturalmente al descubrimiento de un místico y bardo popular, fascinante en muchos aspectos. Este es el Mejdoub. Su nombre, perteneciente al vocabulario místico, designa a un personaje extático, alcanzado por la Jedba, una especie de éxtasis que literalmente significa "atracción" (hacia Dios). En el siglo XVI, en un contexto general marcado por la ocupación ibérica de varias ciudades costeras marroquíes, por la amenaza otomana y por las epidemias, la consecuencia social más llamativa fue el florecimiento de todo tipo de místicos y extáticos. Un fenómeno mencionado por el historiador Ahmed ben Khalid Naciri en su "Kitab al-Istiqça" como "uno de los eventos significativos de esta época".
Tras presenciar la caída de Granada, los musulmanes no tardaron en sufrir persecuciones, conversiones forzadas y la ira de los decretos de deportación proclamados por los Reyes Católicos. A raíz de esta Reconquista, se realizan extensiones, en particular en Marruecos, donde las ciudades costeras han caído gradualmente desde 1415 con Sebta, Qsar Sghir en 1458, seguido por Anfa, Asilah, Tánger, Melilla (en 1497 por los españoles, marcando así el comienzo de sus expansiones coloniales en la orilla sur del Mediterráneo con las capturas de Orán, Bugía, Bona, Bizerta...), Agadir, Mazagán, Safi, Aguz, Azemmour en 1513...
Para colmo, el país se ve azotado por períodos sucesivos de hambrunas y epidemias, muchas de ellas de peste, vividas como una plaga divina en el imaginario colectivo de la humanidad. Recordemos algunos casos mencionados esporádicamente en Fez en 1509 o en el Souss en 1512. También se registró un grave período de sequía en las costas atlánticas en 1517, seguido en 1521 por una terrible hambruna, unida a una epidemia general de peste, descrita en fuentes portuguesas a partir del testimonio directo del cronista Bernardo Rodríguez.
Con su cortejo fúnebre de víctimas indefensas, sus consecuencias demográficas son dramáticas según la región. Algunos no dudan en deplorar pérdidas humanas del orden del 70%, así como un claro declive en la sedentarización, hasta el punto de que algunas ciudades de Chaouia y Doukkala se despoblaron, antes de ser abandonadas por las poblaciones y caer definitivamente en el olvido, como es el caso de Madinat-el-Gharbiya o Tamarrakecht... Durante este siglo, otras epidemias reaparecieron, particularmente la de 1557-8, llegada desde Argelia, probablemente desde Turquía...
Tras estos eventos trágicos, las cofradías se organizan tanto a nivel social para ayudar a las poblaciones afectadas como a nivel político para fomentar la llegada al poder de los saadíes, campeones de la lucha contra la ocupación portuguesa en nombre de la guerra santa, al mismo tiempo que florecen todo tipo de místicos e iluminados.
A pesar de esta emergencia de Mejdoubs, el Mejdoub por excelencia sigue siendo Sheikh Abou-Zayd Abd-er-Rahmane ben Ayyad Sanhaji Faraji Doukkali, más conocido bajo el nombre de Sidi Abd-er-Rahmane El-Mejdoub. La vida de Mejdoub a menudo se confunde con la leyenda. Según sus diversas biografías, es originario de Tit (cerca de Azemmour), capital de Doukkala (de la fracción de origen amazigh de los Sanhaja), nacido en Meknes, donde su padre se había establecido.
Allí recibió su iniciación de Sheikh Omar Khattab Zerhouni, quien le otorgó el título de Mejdoub y lo envió en una misión en Gharb, donde se convirtió en el maestro espiritual de Abu-l-Mahassin Youssef El-Fassi en Ksar Kebir, para gran disgusto de la poderosa familia Fassi-Fihri. Atrayendo así la ira de las notabilidades y autoridades religiosas, terminó por abandonar la ciudad hacia Oulad Bouziri, donde creó su zaouïa y vivió hasta su muerte en 1569, antes de que sus restos fueran trasladados más tarde a Meknes, donde hoy se encuentra su mausoleo, objeto de una consagración póstuma.
Se dice que Sidi Abd-er-Rahmane Mejdoub dejó un hijo en Bouziri, conocido como Sidi Mohamed Sbaâ, y una importante cofradía cuyos miembros, llamados Oulad El-Mejdoub, residen principalmente entre los Masmouda de Gharb y el Monte Sarsar. Pero como autor de famosos cuartetos con acentos místicos, caracterizados por su ácida crítica a la sociedad y al poder, es sobre todo su poesía la que sigue desafiando a la posteridad... Mundo de sabiduría, humildad, desapego de los bienes materiales, sus palabras libres, desconectadas de las convenciones sociales en su deleite, perturban cierta ortodoxia y un intelectualismo rígido. En este "Magreb apocalíptico del siglo XVI", en palabras de Jeanne Scelles-Millie, autora de una monografía dedicada a él, el Mejdoub, asimilado a un poeta maldito, permanece por su personalidad, su compromiso y sus palabras de una modernidad impactante.
"El Mejdoub, escribe Abdellatif Laâbi en la revista Souffle, es también uno de esos héroes que cada país del Magreb reclama y que, por la inestabilidad de su vida, su vagabundeo al azar de los poderes, los abusos o simplemente por un gusto por la aventura y el conocimiento, han dado a cada porción de tierra magrebí un legado que retiene como parte constitutiva de su patrimonio. Una personalidad como la de Mejdoub demuestra claramente una comunidad lingüística, psicológica y cultural de la que los pueblos del Magreb son conscientes y que es ciertamente esencial cuando abordamos estos problemas con el sentido crítico necesario, con el espíritu de refundar las ciencias humanas coloniales". Personaje "profundamente arraigado en el suelo marroquí, en sus ramificaciones sociales, en su entorno mental", en palabras de AL Premare, varias obras le están dedicadas: colecciones, monografías, tesis universitarias, una película, una obra de teatro de Taïeb Seddiki en el género de Bsat, llamada "Diwan Sidi Abderrahman Mejdoub"...
A pesar de este interés evidente, nuestro deseo, ayer y hoy, es dar todo el lugar que merecen no solo al personaje del Mejdoub, sino a nuestro inagotable patrimonio magrebí en su totalidad, a través de la educación y los medios, cultivando así el espíritu e inspirando un vasto campo de creaciones...